domingo, 19 de junio de 2011

La dignidad de un trapo

¿Cuándo me van a lavar.
Dicen que no es correcto ¿Pero que es correcto.
Si la gente de lo flaca que está flamea más que yo ¿Qué es correcto.
Si ya no me defienden y quieren cambiarme por otra.
Yo sé que el azul y el rojo son lindos colores y que las estrellas quedan finas en ella. También sé que está clavada en todos los países, pero yo no la quiero. Se hizo linda a cuesta de las demás. A mí me quita brillo. Hace que me olviden. Que no importe mi color de cielo. Que no vean el sol si me enojo y me hago guerrera. No me gusta la batalla, pero hay cosas que parecen un abuso. Entonces quisiera que el sol esté siempre dentro de ustedes.
Estoy dolida, me gustaría estar archivada en mi caja de madera, con la manija del mástil encima.
¿Cómo no me va a doler.
 Si las personas que, en mi nombre, mandaron a las islas, están pidiendo limosna. Si los abuelos mueren de frío.
Parece que en este país sólo me quieren cada cuatro años.
Recuerdo cuando los militares me usaron de banda presidencial, yo ya lo presentía, siempre pasaba lo mismo, entonces quería achicarme, asfixiarlos.
Después vino Bignone que me cosió y me entregó, empezaba la democracia. Se terminaban las muertes que supuestamente eran en mi nombre. Esas que en realidad, eran en nombre de la otra, de la del norte. Venía un tipo de bigotes que traía democracia y esperanza. Pero nada.
Después, el que decía que me amaba. Ese me hizo ilusionar, comencé a flamear con fuerza porque todos volvieron a quererme, pero poco a poco, me fue vendiendo por partes. Lo que más me lastimó, fue que muchos lo sabían y nunca hicieron nada.
Quisiera que me canten más seguido, que me icen con la cabeza en alto.
Porque sólo sirvo para alguna propaganda, o actos, en el que pagan a la gente.
Después llegó ese títere, a poner su dedito en el interruptor, y llegaron los saqueos, más muertes, el golpe de estado encubierto de un cabezón.
Ya no me defienden, ni me pasean en caballos blancos.
Ustedes me crearon y luego me guardaron.
Y aunque hoy me deshilacho cuando tiran leche en mi nombre, no pierdo la esperanza. Tengo fé.
Porque mi padre era un valiente.
Porque muchos, murieron por mí.
Eso me hace digna. Me hace grande.
Me hace más que un trapo.






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